El gesto era gratuito desde hace dieciocho meses y desde el comienzo de la epidemia de Covid-19 en Francia: las pruebas, reembolsadas para todo el mundo hasta este viernes, no se reembolsan a partir de ahora para los no vacunados salvo por razones médicas. Esta noticia fue recibida con reacciones encontradas en las farmacias que realizan pruebas, aunque la incidencia es de 45 a nivel nacional, un nivel bastante bajo que Francia no experimentaba hace un año, con la aplicación de un toque de queda y luego un segundo confinamiento. Un año después, es el pase sanitario el que está en la mente de todos.
«¡Pagaré, pagaré!»
«¡Pagaré, pagaré! Me niego a que me vacunen», dice Jacqueline, de 70 años, que acaba de pagar 25 euros por una prueba antigénica en una farmacia, una prueba necesaria para tomar su tren este fin de semana. Pero esto no desanima al pensionista. «Para mí no es caro porque tengo buenos ingresos. No es normal que me hagan pagar. Se está cargando a gente como yo que tiene convicciones contra la vacuna. Pero cuando tienes la suerte, como yo, de poder elegir, no cambia nada».
Pero otros no tienen elección. Veinticinco euros por una prueba de 72 horas es demasiado para pagar, dice Sana. Demasiado para su vida social. «Tenía previsto salir, pero no va a ser posible y no pasa nada. Pero, por ejemplo, no veo por qué tendría que pagar por una bebida. No voy a salir y tampoco hay muerte de por medio. Pero aun así, sigue siendo enormemente restrictivo».
¿Prescripciones para eludir las normas?
La cuestión ahora es si los no vacunados aceptarán tener que pagar regularmente o no saldrán con esta limitación. «Es una buena pregunta, pero no es por eso por lo que me vacunaría, sinceramente», dice el parisino. No descarta pedir recetas a su médico de cabecera para que estas pruebas de confort puedan seguir siendo reembolsadas.